9 de diciembre de 2018

CMLXIV.- Diametral en el abismo



Camino solo, leo solo,
madrugo solo y sólo fumo:
desnudo sostengo el sopor
del sol que no llega nunca.

Celibato arrepentido
del amor en el descuido trágico
que los hijos hincan en la tierra,
como un faro irrepetible
del que no podré volver,
más que en un sueño despierto:
en la manca soledad sin voces.

Tenía una gata blanca,
me esperaba un plato de sopa,
saludaba al amor sin tregua,
sin duda y sin dolor.

Hasta que una noche escapé
en la sombra de un desierto
que llamaba la aventura.

Nunca volví:
todo lo hice mal.
Mi casa era mi vida
y fue una estatua de sal.

El corazón dejo de latirme.
Mi cuerpo, de vivir.
El alma se partió en las rocas
y colgue mi retrato para siempre.

Hoy es demasiado tarde:
mañana tendré temor
y temblor en la paradoja,
en la angustia pasajera,
en la plaza de los loros
y en el bullicio del día mayor. 

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