1 de diciembre de 2018

CMLVII.- Todavía


Es mi niña corazón callado, 
es mi amiga matutina vespertina, 
que no me toca casi nunca el alma, 
mas la envuelve en su retículo celeste 
y no deja que la llore su bruma 
ni la prisa de mi horror desesperado. 

Es mi niña corazón tranquilo, 
que me cuenta con su taza de té, 
los dolores de la vida en sindicato
y la pureza de la vieja demente, 
que acaricia con la calma 
de sus blancos hilos. 

Es mi niña corazón dormido, 
que amamanta la pureza del tiempo, 
cabizbaja adolorida inocente, 
sobre el suave acostadito blanco
que tan tímido he puesto 
con albur sigilo. 

Es mi niña corazón frugal, 
que prepara cinco platos alegres 
de aceitunas y palmitos 
y una salsa golf, 
porque quiere penetrar en mis ojos 
con aquello que le nace en manantial. 

Es mi niña corazón arrepentido, 
que de noche me ha pedido perdón, 
porque a ratos no he querido hablarle, 
esperando que se enfríe su boca 
que acurruco ya desnudo y cansado
sin decir una palabra sobre el fuego del nido.

Es la niña corazón que yo elegí, 
testaruda que pensando va, 
caminando con su mágico desdén, 
la mochila que no quiso soltar
y el amparo que donó ferviente
hacia un púlpito de rojo feliz.

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