CXXX.- Notocordio Plural

Se busca denodadamente un ósculo
que darle con sensual ahínco al sol,
quemándonos de inmensa dicha labios,
frente, boca, párpado y mentón.

Me asombra la frenética pirueta que
sorda en el abismo estrepitoso da
una y otra vez mi anillo, pompa abandonada,
azul y enamorado del planeta polar.

Me intriga porque somos como eleáticas mitades
en simétrico congenio de las manos a los pies,
y la fuente, que nos une y nos separa,
se repite en trilobites y gorriones también.

Yo busco por el orbe la razón del parecido,
si las noches y los días en guiñosa sucesión
nos volvieron con los años alcornoque repetido
o su estética curiosa es solamente azar.

Pero dudo que en la luna innumerable de los tiempos
por la doble convergencia y simple mente por jugar,
esos seres que remédanse en el cielo porque sí,
no buscasen asociarse dando esferas a la mar.

Parece más probable que la tierra sea la ruca
de orbitarios matutinos y burbujas que se dan
siete besos ramilletes en la boca y en la nuca
porque siempre el verbo amigo fue la flor binocular.