
En seguida descubrí que había un mundo final:
una calle y una vera desprovista de camiones,
de seres conocidos y parientes glotones.
Un aire infamiliar, pero notablemente a mí.
Todos los accesos me dejaban allí,
exactamente claro y numeral desconocido.
No pertenecía a nadie nunca nada.
Que la idea gira nueva y todo claro nací.
Posiciones que se daban amores.
Decisiones que decían siempre sí.
Condiciones disfrazadas de plazos.
Garantías ofrecidas sin jurar.
Qué alegría se expedía en los puertos!
Qué habitantes merodeaban por doquier!
Cuánta fábula perdía el universo!
Festival duraba noches y mar!
Y así fue que lo mejor de todo,
lo que no me imaginaba jamás,
ocurrió como si nada jugando:
desperté y la vida estaba igual.
Yo viví lo que feliz furioso.
Si comparecía, estaba aquí.
Era un sueño que me abría los ojos,
despertando y caminando, seguí.
Todo hablaba y susurraba canciones.
Nada estaba encomendado a mí.
Una feria en que vendían frutales,
un melón tan amarillo y mi sandía feliz.
una calle y una vera desprovista de camiones,
de seres conocidos y parientes glotones.
Un aire infamiliar, pero notablemente a mí.
Todos los accesos me dejaban allí,
exactamente claro y numeral desconocido.
No pertenecía a nadie nunca nada.
Que la idea gira nueva y todo claro nací.
Posiciones que se daban amores.
Decisiones que decían siempre sí.
Condiciones disfrazadas de plazos.
Garantías ofrecidas sin jurar.
Qué alegría se expedía en los puertos!
Qué habitantes merodeaban por doquier!
Cuánta fábula perdía el universo!
Festival duraba noches y mar!
Y así fue que lo mejor de todo,
lo que no me imaginaba jamás,
ocurrió como si nada jugando:
desperté y la vida estaba igual.
Yo viví lo que feliz furioso.
Si comparecía, estaba aquí.
Era un sueño que me abría los ojos,
despertando y caminando, seguí.
Todo hablaba y susurraba canciones.
Nada estaba encomendado a mí.
Una feria en que vendían frutales,
un melón tan amarillo y mi sandía feliz.
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