27 de marzo de 2006

XXXVIII.- Pacto con ella


Ella me ilumina fuertemente,
considerando cada lámina de mí,
fértil y grácil y rara deliciente,
semejante a la completa periferia del dolor.

Y poniendo minuciosas finas águilas
que parecen artificios de rubí,
que se ajustan como escuálida que goza,
a tan siniestra delicada y tan opaca miraflor.

Nunca se lo he dicho y lo sabe.
Lo he preferido a lo que ha sido mi patíbulo lunar.
Perecer junto a su fuerza de linfática lumbre
y ha llegado a comprenderlo lentamente y dudar.

Voy a curar como latido y artimaña
lo que sordo ha padecido desde niña en soledad.
Es un ojo miserable y extraviado que duerme
en su perfecta gusanía de piraña o vendaval.

1 comentario:

Pierrot dijo...

Viejos textos del renacimiento sostenian que existia de alguna manera un brillo en los ojos ligado a cualidades semiplatonicas (los griegos estaban volviendose de moda nuevamente). Nuevos textos contemporaneos hablan de la proyección. Que el sol es una de nuestras palabras. Y que el amante mas ingrato es el mas devoto. ¿O era al reves?

Saludos desde Lima

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