
La determinación que cada noche se adopta,
esa que puede hacer llorar o reír
lento, en soledad y con angustia,
como aquella que me trajo hasta aquí,
la que es dueña del innato corazón como una turba
amoratada sin consuelo y, a veces,
en algo se parece a mí.
Y se reúnen en mitad de la memoria
cientos de batallas y colmillos,
la bulliciosa caravana de cosas
que uno deja atrás por no cambiar.
El camino, pero son decisiones
que uno está llamado a no ignorar,
y se toman como al hijo más querido,
incierto de futuro y volveré,
lleno de la dulce esperanza y de la espuma
que necesito para sonreír.
Y se abandonan esas nuevas ideas
como meros caprichos pero son
más que pasiones y propósitos
una vida entera que nace
y nos recibe como siempre, amigo perro.
El futuro nos recibe, así será.
Porque siempre te ha dado la espalda.
Siempre te la ha dado y vivirás.
Pero nunca muere nada al fin jamás enteramente
y cuando llega aquí la hora del final
lo que a cada corazón alborozado le toca,
como un pétalo que viaja, volará
a posar toda la sangre nuestra
en la memoria.
Porque siempre te la ha dado y vivirás.
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