Mira la belleza en el desorden,
en los lunares escondidos
y las almejas con limón,
en la música que apenas se oye,
en las luces que buscan el sol
debajo de los ojos.
La hermosa conjetura de los libros,
el cactus olvidado en la casa de los niños
y el dolor, la pulcra belleza del dolor en las rodillas,
obsérvala venir amando y rogando cautivar
con su rubor naranja y sin dientes.
Aparecen como las lágrimas
y las carcajadas en el patio del colegio,
como el asno que se resiste,
y todo está enmarcado para ser visto,
alabado, atado y podrido en un sepulcro.
Mira la amarga belleza de la felicidad
y cierra la boca para tragar,
besa mis manos desnudas y duérmete.
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