Pequeño cauteloso que prefiere la luz
de todas las miradas que la vida promete,
detrás de cada mínima prisa que le brota
cual alma de flores, ingente y voraz.
Como anillos de leche y hojuelas de paz
o canicas infinitas en alado papel,
mi niño corazón, hoy estuve contigo
y no en este mundo sin plan ni compás.
La vida me niega la risa: ¡sonríe!
El tiempo me impide llegar a tu jardín.
Que Dios no abandone tu cuna y te cuide
y me diga por siempre al oido "Luchín".
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