
Ayer deje mi abrigo, mi cansado paletó
y así, sin calzoncillos, me arrojé feliz,
calato, en la mañana y me metí a nadar:
yo tuve el esmeralda de Cavancha en mí.
¡Qué espacio cotidiano descubrí por fin!
¡Qué luz de mediodía me quemó la piel!
¡Qué hermosa nube blanca se alejó y me fui!
Posiblemente nunca a mi futuro volveré.
Algo raro tiene un nuevo mago color:
aliño y coincidencia luz de Tarapacá,
amigos que no he visto desde el 82
y soy para mi muerte el pirigüín que huyó.
1 comentario:
Me gustas haaaaaaaaaaaaarto!
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