
Destiñen y tejen sus manos de viuda
la vida campana: yo no sé qué hacer.
Si perderme en la abundancia de la nada cruda
o seguir bajo el amparo de su infausto tañir.
El ínfimo arbitrario leve soplo bandido
oculto, me sorprende y no se deja ver,
que llega por la noche y no me quedo vivo.
Locuaz amargo trino, a revolcar mi placer!
Así que me resigno con tu amigo bufón,
amiga de mis años, poderosanguínea sal.
Si quiero dar a luz en mí la gran manzana,
no tengo lo que quiero porque pídolo mal.
Dímelo, mujer, que mi impaciencia quema!
Saca de tu pecho ese tamaño corazón
y, así, sobre la mesa su sangriento dilema,
ponlo en ese plato que dormido trago yo.
Para no perder la vida muriendo,
que nunca nadie vea lo que fui por ti,
rodeado de un vagón en multitudes,
amando tu otra mano y otro beso por venir.
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