6 de octubre de 2006

LXXIV.- Díscolo Inmortal Insisto

Quiero que se entienda bien.
Yo no voy a morir mañana!
Yo seguiré diciendo cosas molestosas,
incluso luego de la próxima ventura
y las siguientes prodigiosas mil semanas.

Porque mi especie es nieve vasta y pulcra
de mil millones, casi vieja como el sol
y tiene magos por engendros de planetas
cuasinexpertos varoniles colindantes.

Y se ha venido cariñoso a hacer el mundo,
a dar espadas en delirio de promesas,
poner su fuego amor hogar con un rasguño
y cuerpo rojo a voluntades sin piedad.

Sobre el manto luminoso de la Historia,
que sacude cual sudario sin estiba
vuelan siete triquiñuelas persistentes
para no hacer que todo el día sea viento.

Como vértigo tozudo que marea,
no perecer ni resignado callando,
que si tuviera alguien de quien yo despedirme
no partiría ni me iría hacia la muerte así.

Abandonar todas las playas en la arena.

Ser siempre lejos y muy lejos desafiante,

amando y gritando y creciendo,

y diciendo hacia el final así tan lejos:

morir jamás, jamás, jamás!

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