El alquiler de la verdad:
donde cada noche es siempre
y nada es la inmensidad
o Dios es casi todo,
excepto al amanecer.
Rendido viento cojo
que cruje en mi pata de palo,
con fieras amarillas,
humildes compañeras,
unidas en silencio,
con parpados atados
de luces escondidas:
pierden el tiempo imposible
y buscan el camino del dolor
Ninguna es tan lejana,
pues viven acá:
detrás del cicomoro,
con lentes bifocales,
me asomo a la ventana,
sin nubes de papel.
(Yo podria pasar mi vida
entera queriendo verte,
y entonces te buscaba,
y te amaba y me escondía,
mirando las estrellas
para nunca despertar).
Viajémonos juntos
al viento desnudo
de todas las almas
que un dia quisieron
decirnos adiós,
que sueñan y bailan,
y escupen su prisa,
que giran en torno
a las playas aladas,
sin luz sin arenas,
ni Buda ni camisa,
y girando cansadas
me quieren morir.
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