3 de enero de 2019
CMLXXXIII.- Grado Cinco
Llegan arreglándose el cuello
cuando ya no hay nada pendiente,
fastidiando a toda la gente,
a los que trabajan por ellos.
Juran que nunca nada
se les escapa y valen
muchísimo menos que cada
clavo que sobresale.
Rodeados de cantimploras,
babosas y baratas,
van a cagar tres horas
mirándose la corbata.
Yo los he visto chateando,
cuando voy al último piso
y en su muro publicando
la sonrisa de narciso.
No responden a las llamadas
ni llaman nunca de vuelta:
cuando queda alguna cagada,
hay uno que siempre les cuenta.
Se encierran en la oficina,
con la que tienen segura
con la mujer en la cocina,
duran lo que dura dura.
Se salvan si los atacan,
porque saben como se juega
hasta que un día los sacan
y los mandan a hacer la pega.
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