13 de febrero de 2008

CCCVI.- Diecisiempre


Yo me vine al Puerto para serpentina
solo una mañana y parecía rural:
fabricaba mapas en la pieza, esquinas,
largas escaleras de ficticia urbanidad.

Calles y rotondas de fulgor antiguo,
curvas que la vida no acostumbra a dar:
plácido vagaba como el buen amigo
mira fijo y miente mi pueril, mi soledad.

Karma y cloroformo de la juventud,
término y contorno en que dormía mi paz,
beso que la noche regateó y que tú
llegas y me entregas lo que no me quiso dar.


Digno reticente, compañero diferente,
peligroso tibio limpio prometido y familiar:
página postrera de la niña buena suerte
y último boceto en mi croquera final.

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