
Tengo que viajar urgentemente.
Tengo que irme y no volver jamás.
Dar una vuelta por el amplio contorno
que me separa de la fiebre en soledad.
Dormía inhábil, esperando su llegada:
y las palomas me cantaron no vendrá.
Yo, melodías habituales, un tomate
y una apacible casa blanca, dejo atrás.
Todo ha quedado tan inmensamente lejos
que, por lo mismo, debo viajar:
hacer que pronto, plenamente y sin retorno,
se libre amable y por completo de mí.
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