
Último recodo que cansado no vi,
ciego por la noche de mi fe que latía:
gárgola podrida en la que tanto creí,
vestida de oro puerco con olor a vida.
Porque nada bastará para sanarle,
sólo lástima, desidia y tempestad,
no merece lunas nuevas en el orbe
ni entrar así en mi vida nunca más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario