
Montones de hojas secas
golpean a su puerta
y cierta gata tonta
se resiste a perecer.
Temibles por la noche
le vuelan diez zancudos
que quieren de su sangre
lo rojo, ya sin fe.
El cielo le entristece,
que hay sombra oscuridad:
su vida huele a muerte,
mas todo va a pasar.
Lo malo es que demora
pues viene un día más
de pérdida y ahora
los niños son su paz.
La calle le da pena,
la taza de café
y cada noche buena
lo llama su mujer.
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