21 de agosto de 2018

CMXXVII.- Clavolantín




Tengo el alma hecha de un modo tan difícil,
que lloro como un niño cuando tengo pena,
que bailo divertido cuando silva el mar,
y un miedo hacia el futuro me gobierna entero,
ingrato y poblado de tanta tonta tumba.

Me irrita la injusticia y me rebelo sin pensar.
Escribo infatigable lo que viene a mí,
no importa lo que diga o como suene o signifique.

Y cuando canto grito y cuando grito el viento
me devuelve la calma y si callado lo medito,
te pido perdón.

No me siento culpable de ser como soy,
porque no puedo dejar de serlo.

Me expongo imprudente a las manos arteras
del titiritero que no quiero conocer,
y pido disculpas repetidamente..
¡Qué importa que no deba nada! 

Yo pago por decir salud,
y tan pronto se me va el dinero,
repacto la dicha y me entrego otra vez,
pues prefiero estar rodeado de gente,
y no puedo dejar de vivir.

No me siento avergonzado de ser como soy,
pues no puedo dejar de serlo:
y a pesar de todo no me rindo nunca,
ni tengo la costumbre de ser feliz.

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