
Ya he perdido la certeza más ardiente,
el sentido y todo aquello: lo burgués.
Vivo lejos del columpio y de la gente,
de la prisa matutina, la piscina que soñé.
Me han bastado solamente cuatro meses
para atar insatisfecho el menester umbilical
a la roca que se arroja temerosa, coliforme
y abandono para siempre la camisa y el mantel.
Pero debo mantener muy apartada de su mundo
aquélla furia que me lleva de la tierra otra vez
porque ríen desde lejos y me miran partir,
y hoy se alegran cuando llego, pues me animan a vivir.
Que se llenen sus ojos de acuarios, de nieve
y la pompa burbuja los cubra del dolor,
que a otra playa serena, esmeralda los lleven
mis manos colmadas de yogurt y caracol.
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