
Ellos mismos sin mirarnos altaneros sostenían
bizantinos importantes asuntos:
alternaban libremente sin vergüenza cada día,
en los pasillos, orgullosos de pie.
Ventilaban con pasión amanerada y sin temor
sus lamentables nimiedades, diferencias
que esperaban la llegada de la furia de Dios
disfrazada de estadística y ciencia.
Todos ellos convivían en un ámbito de momias
arropadas con la muerte, en regocijo;
y pasaron tantos años sin hacer de ello mención,
que les juramos obcecada atención.
Imaginábamos que un mundo de quinientas soluciones,
pero raro, cruento, avaro y sombrío,
nos conmovía y no sabíamos si huir o luchar:
nunca hubo sitio dónde exactamente partir.
De pronto una especial aparición del Aire Tierra
visita con furioso eterno cántico, y viene
oscuro un personaje conservado y prodigioso
despedido y olvidado de la Historia General.
Una habitante enamorada de las calmas sencillas,
de si misma, y maloliente nos prestaba atención:
"Que en el centro de mi especie nos miramos y -decía-
toda vida sin futuro pero viva brilló".
Desde entonces observamos los curiosos asuntos:
no había nadie en los pasillos, porque todo acabó.
No había momias arropadas con la muerte en raciocinio,
porque un claro sitio bueno nos amaba sin Dios.
bizantinos importantes asuntos:
alternaban libremente sin vergüenza cada día,
en los pasillos, orgullosos de pie.
Ventilaban con pasión amanerada y sin temor
sus lamentables nimiedades, diferencias
que esperaban la llegada de la furia de Dios
disfrazada de estadística y ciencia.
Todos ellos convivían en un ámbito de momias
arropadas con la muerte, en regocijo;
y pasaron tantos años sin hacer de ello mención,
que les juramos obcecada atención.
Imaginábamos que un mundo de quinientas soluciones,
pero raro, cruento, avaro y sombrío,
nos conmovía y no sabíamos si huir o luchar:
nunca hubo sitio dónde exactamente partir.
De pronto una especial aparición del Aire Tierra
visita con furioso eterno cántico, y viene
oscuro un personaje conservado y prodigioso
despedido y olvidado de la Historia General.
Una habitante enamorada de las calmas sencillas,
de si misma, y maloliente nos prestaba atención:
"Que en el centro de mi especie nos miramos y -decía-
toda vida sin futuro pero viva brilló".
Desde entonces observamos los curiosos asuntos:
no había nadie en los pasillos, porque todo acabó.
No había momias arropadas con la muerte en raciocinio,
porque un claro sitio bueno nos amaba sin Dios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario