17 de abril de 2007

CXLV.- Ocultísima Trinidad


Veleta que a la lluvia penumbra
intermitente encandilada besa,
plena de candor que busca
y de mágica dudosa pereza.

Ya estoy aquí. Yo soy tu presa.

Porque somos más infames que nunca,
y sin amar impredecible en el bullicio amor
de su dedal, de su genial fertilidad,
encogidos en la mácula tiniebla vamos
para no ser descubiertos jamás.

Aquél que subterfugio se da
tan amistosa iluminado plenamente,
y que prefiere en su callado llevar
un aleteo de frutal imperceptible,
es tan vivaz, revolotino y colibrí
que mi guitarra delincuente al perdurar
será su alondra de camisa mermelada,
únicamente por jugar conmigo,
y así tan sólo, simplemente por jugar.

Así que Rima Cuculina, yo te veo otra vez
en el cándido reflejo del agua,
donde somos amarillo congelado:
matutino clandestino y sonrojado fino pez.

¿Y después?
¿Qué será de nosotros después?

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