
Valgo lo mismo y doy un tanto, exactamente,
en cien instantes de mi vida, a los demás,
desde que llego a la estación del subterráneo
y hasta que cierro el monitor de mi estación.
Desde ahora mismo soy el ciento diez y seis.
No el ciento ochenta ni tampoco el treinta y tres.
A cada paso cumplo minuciosamente
las prescripciones que me igualan sin sumar.
Y estoy dichoso con mis calificaciones,
porque no hay otro que trabaje como yo,
que lleve así tan ordenados sus asuntos
y que en tan poco tiempo cambie escalafón.
"No soy el veinte, Capataz, ni el veinticinco:
desde hace rato soy el ciento diez y seis,
y en pocos días más seré el cincuenta y cuatro".
El capataz que me apuraba, ya se fue.
Nuestra gestión ha sido tan bien evaluada
que no he podido contenerme de emoción.
En la escalera, el Capataz ni recordaba
si yo era el veinte, pero me felicitó.
en cien instantes de mi vida, a los demás,
desde que llego a la estación del subterráneo
y hasta que cierro el monitor de mi estación.
Desde ahora mismo soy el ciento diez y seis.
No el ciento ochenta ni tampoco el treinta y tres.
A cada paso cumplo minuciosamente
las prescripciones que me igualan sin sumar.
Y estoy dichoso con mis calificaciones,
porque no hay otro que trabaje como yo,
que lleve así tan ordenados sus asuntos
y que en tan poco tiempo cambie escalafón.
"No soy el veinte, Capataz, ni el veinticinco:
desde hace rato soy el ciento diez y seis,
y en pocos días más seré el cincuenta y cuatro".
El capataz que me apuraba, ya se fue.
Nuestra gestión ha sido tan bien evaluada
que no he podido contenerme de emoción.
En la escalera, el Capataz ni recordaba
si yo era el veinte, pero me felicitó.
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