9 de septiembre de 2006

LX.- Cuculibre


Fueron encerradas cierta noche para siempre
todas tristes, las impuras emociones
ellas últimas benditas tan alegres,
bajo fuertes medidas de rigor.

Sólo lo que injuria y reacciones,
lo que es hecho, lo que te hace pecador,
así entonces no se quién cómo ni cuándo
una noche cual cobarde lo encerró.

Y lloraban como viudas sin consuelo
la lujuria, con la envidia y la pasión,
la avaricia, la mentira y la pereza,
pero nunca los pecados de Dios.

Desde un cofre castigadas y dormidas,
yo tampoco no sé bien cuál ni por qué
cierto infame vil travieso y tan arisco:
duende místico la caja liberó y se fue.

Hermoso armado ruido de silencio crudo,
terrible apareció libre de canto un cisne,
cual enorme en una nube desde dentro
como todo lo que intenso se vivió sentir.

Todo lo que es ágelina incienso
ya se ha ido y nunca nadie vio su flor,
y si alguno la cubriera o lo pudiera,
sólo amárgolor y viento capturó.

Ya se fueron por el orbe liberales
para ansiar y dar por alguien respirar
y algún día, alguna vez, alguna noche, ser
para todos lo que sienten y se dan.

Obvio salvo la esperanza de ser libres
los que rudos y desnudos se ven,
con las últimas benditas emociones,
fui una noche liberado yo también.

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