16 de abril de 2009

DXXXVI.- Entregado


Yo que busco y necesito
aquella luz inesperada:
pura lámpara sagrada
sin cautela ni prudencia.

La más fina incoherencia,
la que nunca se marchita,
y nunca muere: ¡Que me espere
donde sea que me fuere!

Más la Reina Margarita
no me quiere demasiado.
y perfuma su peinado
con total indiferencia.

Ella pierde con descaro
la paciencia; ahora me grita
que la quiera, que la espere
y por favor la considere.

Y me rindo, me desdigo,
me rodeo de su prisa,
me lamento y me maldigo
cuando vuelvo a su caricia.

6 comentarios:

DEN dijo...

Ya va siendo hora
de que el tema cierre.
Pierda la coherencia
y dele la PLR.

Cuculí Pop dijo...

¿Acaso a usted
no se le figura
qué la eterna
y luminosa poesía
no tiene por qué
ser siempre pura
y santa dolorosa
autobiografía?

DEN dijo...

No es la tuya. Es la mía. Chan!

Anónimo dijo...

Aunque cueste admitirlo,
nuestra esencia
en mayor o menor medida
acaba manchando
nuestras propias palabras.
¿Tan dolorosa es tu propia autobiografia?
¿Por que solemos tener la mala costumbre de recordar solo lo malo?
¿La felicidad es acaso invisible?
¿o somos nosotros los que realmente estamos ciegos?

Anónimo dijo...

La vida pasa más rápido de lo que uno logra percibir... Es tiempo de dar vuelta y mirar hacia adelante.

Anónimo dijo...

y dale con que las gallinas mean

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