22 de mayo de 2008

CCCLXXIV.- El Libro de las Caras


¿Y dónde se ha metido la gente?
¿Y el fauno que oliente corría en las calles,
en medio del valle del Elqui y buscaba
a su amada perdida, y los niños tras él?

De ficticios gorriones que se quedan en sus nidos,
ella tiene más amigos cada día y ya no puedo,
porque todos se reúnen en magnéticos pasillos.
rebelándose a la masa y conversando con los dedos.

Un cuerpo sin vida me ha dejado su canción
de pésimo aliento y ya sin ganas de correr:
extraño sentir el rocío de su boca,
aunque puede acontecerme que la vuelva a ver.

Pero llevo veinte cuadras y no he visto a nadie:
los semáforos parece que se van a detener,
porque nada prosigue: ya no quedan ni Volkswagen
y las viejas no se asoman tras la puerta como ayer.

4 comentarios:

Camilo Aravena dijo...

Los gringos en esto ya vienen de vuelta. Leí el otro día que el registro civil de alá incluso aceptaba bautizar a un hijo como Facebook. En Chile sería algo así como Amilcar. Lo que es yo, no me canso de tener amigos, aunque ni el uno por ciento de ellos sepan a qué huelen mis peos. De todas formas, como tú, quisiera tener más tiempo para tener aplicaciones. Quiero aplicar, sólo aplicar.

Camilo Aravena dijo...

Válgame Dios, Quise decir allá en vez de alá.

Cuculí Pop dijo...

Y el Santísimo Allá
está precisamente
en el más alá.

Débora Hadaza dijo...

alienados?

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