
Hoy por fin he vuelto al cerro donde me habitué,
que imploré desesperado su violín domesticado:
polisón que yerra torpe de una mal generación
y asistí de nuevo al pasto menestral, por un instante.
Mar elíptico que esconde fiebre físico y ginebra:
lo tomé y lo abandoné sin avisar mi paradero,
porque nadie lo que quiero, lo que quise, lo que fui
pudo nunca amar y serme al desatarse por entero.
Pero el fuego que con ella y di por ella, no esta más:
se ha marchado la trigueña, la dorada pez mujer.
Me dejó babosas crueles de cubierta y majestad:
no hice ruido, soy testigo y renuncié.
que imploré desesperado su violín domesticado:
polisón que yerra torpe de una mal generación
y asistí de nuevo al pasto menestral, por un instante.
Mar elíptico que esconde fiebre físico y ginebra:
lo tomé y lo abandoné sin avisar mi paradero,
porque nadie lo que quiero, lo que quise, lo que fui
pudo nunca amar y serme al desatarse por entero.
Pero el fuego que con ella y di por ella, no esta más:
se ha marchado la trigueña, la dorada pez mujer.
Me dejó babosas crueles de cubierta y majestad:
no hice ruido, soy testigo y renuncié.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario