
Supongamos que la eterna nieve danza
desbocada, abalanzándose y crujiendo:
su casquete de cabeza a la deriva
desde inmensos continentes y se va.
Sublimándose a la gruesa escarcha arena,
silenciosa corrosión vertiginosa y fuego
que evapora como niebla incandescente
la esperanza en el infierno calamar del sur.
Eso es algo de lo que ahora suponemos:
que está lejos en el fondo del anciano mar abismo
y da lo mismo,
porque tengo yo tu mano en mi mano,
porque somos del vapor ecuatorial,
porque sé que no podemos hacer nada,
salvo aquí, sólo mirarte y respirar
o beber de cada uno su ignorancia,
dar la espalda todos juntos al eterno lento mar,
a ese mármol del horrendo cataclismo,
sin llorar.
3 comentarios:
Está muy bueno!!!!!
An abraza.
DA.
hermoso!! hermoso, hermoso hermoso!!
Hermosamente descrito ese cataclismo que se cierne sobre la humanidad.
Abrazos sureños
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