
Aquel que me ha hecho ciego y por la tarde ver
marioneta de señuelo y turbaciones, ya no es,
porque artero me separa un siglo entero ya
de su cruel y tan valiente, tambaleante humanidad.
Y se las daba cabeceando el pobre idiota colibrí,
tortuga vil incauto y semejante a mí.
Que la luna le dolía de pronto,
pincel y cariñoso feliz.
Púrpura y harapo nuestro,
cual doméstico perdido que voló.
Y aquello que en la sien le hiere
que le ha callado y le ha privado de luz, lo tengo yo.
Así que un día cuervo y liberando sus pies,
cual macabro prodigioso jardinero sin fin,
con su andar solemnemente evitabundo y loco,
por nacer, no tuvo miedo y se fue.
Dedicado a Roger Keith Barrett (1946 - 2006)
2 comentarios:
Es muy triste, niño solitario
Alguien hablo del reino de las flores y de las cosas mudas. Desde luego, ese silencio no era vacio sino musica, color encendido y ciertamente tiempo roto. Talvez, algunos en vida, encuentran ese estado o este reino les cae encima como catarata.
Aqui también extrañaremos al flautista
Saludos desde Lima
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