26 de diciembre de 2019

MXXV.- Nada conmigo


Eso es lo que ocurre
habitualmente:
se abre un afluente
y no hay modo de evitar
que el río caudaloso
de amargos recuerdos
parezca doloroso
y el fango lleve al mar
sentinas de lamentos,
que volvamos al momento
remoto de una noche
en que hay sólo desperdicios,
y la muerte en su lugar.

Y el dulce recodo
que arrastra corolas,
se aleja indiferente
hacia un prado de ensueño,
y ninguno es el dueño
del alma de nadie,
y su curso es tan suave
que ríen los sauces
y el viento sobre el cauce
parece murmurar
la suave sonata
de un amor liberado
camino al altar.

Presiento que todo
al final es una ola
de dicha intermitente
en que cada duro empeño
se vuelve tan pequeño,
que aunque la luz irradie,
el dolor es la clave
y te engullen las fauces
de oscuros tormentos,
y tercos pensamientos
no son sino el broche
de un largo suplicio
o de la felicidad.

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