1 de noviembre de 2018
CMXLVIII.- Con mi espada, mi desvelo
Esta noche he visto un acordeón muy viejo,
negro y destruido, pero suena igual:
basta con tocarlo y se despierta riendo.
Voy a hacer el himno de su ferrea dignidad.
Me enfermé cayendo aquí en el mismo sitio.
Fui como una lágrima que nadie iba a llorar.
No he luchado mucho por lo que más quiero.
Me rendí de nuevo y con la misma tempestad.
Tengo la vergüenza de decir lo siento
y esta larga angustia que jamás se va.
Quiero levantarme, caminar valiente
y siento que no puedo, porque sufro dolor.
Me he quejado tanto del ladrón de sueños,
de ese añejo fraude que me quiere tan mal,
mas no voy a darle nuevamente otra mejilla:
¡Vete pesadilla de mi necio corazón!
No me has derrotado, porque estoy naciendo
y, aunque me tropiece, ya me voy a parar.
Tengo mil canciones en mis ojos verdes.
Si quieres vencerme, yo te grito ¡No!
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