23 de noviembre de 2018

CMLIII.- Luciérnaga Música Extraña



Coqueta y benévola sombra,
aureola de la llave del sol, 
me impresionas amistosamente
con Shostacovich y la nieve inmortal 
o la leucemia de Bartók en microcosmos,
y en la Hungría campesina, frugal.

Divina paciencia del silencio 
y la armonía y la matraca y el compás, 
libélula perfecta y planaria del tambor intermitente y pegajosa que medito
en las noches, melodía teatral.

Eres mi destino, eres mi niñez,
eres el No quiero de mi Padre 
el Do de pecho en la Piedra Feliz. 

Yo soy el Si del pasaje Templeman
y el amor de mi romántico placer
que solo Dios oyó desnudo una tarde
en la eterna Sebastiana de mi amor.

Luciernaga bella colibrí,
cuculina serpentina mirasol,
Amadeus, Scriabin y Arvo Pärt,
fuego Mahler, Paganini y Korsakov, 
remolino de materia incontenible,
penitente acontecer del viento,
contrapunto de los fuegos del alma.

Mi más maravillosamente mía letanía
catedral de los efluvios vegetales,
luminosa sucesión de pinceladas,
repentina comezón que me atrapaba
en los oscuros escenarios del adiós,
tenebrosa en acordeones y vertientes,
cariñosa plenitud del cielo libre,
y en los campos de frambuesa para siempre,
siento pena y cobardía y alegría y calderón.

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