Sonó la alarma
y desperté:
vi un niño desolado,
vi un niño desolado,
perdido
extraviada su alma,
extraviada su alma,
vacía.
Mía la culpa
no había sido.
Yo sólo solo
Yo sólo solo
dormía.
Todo cobraba sentido.
Era la mía.
Era la mía.
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