Nunca vuelve a recoger
del agua las mismas piedras,
la mano que sumergimos
en el helado caudal del río,
ni tampoco será el mismo
que viene bajando frío
o se pierde en el abismo.
del agua las mismas piedras,
la mano que sumergimos
en el helado caudal del río,
ni tampoco será el mismo
que viene bajando frío
o se pierde en el abismo.
Nada en realidad repite
su testaruda armonía:
un polluelo del nido corazón
como violín en su escondite,
al pulso del rojo tambor,
devuelve la sangre mía,
con el hierro que necesite.
su testaruda armonía:
un polluelo del nido corazón
como violín en su escondite,
al pulso del rojo tambor,
devuelve la sangre mía,
con el hierro que necesite.
que siempre estuvo aquí,
un ojo invisible que habla,
la boca que te oye cantar,
la luna en su frenesí
o el sol que no miras nunca:
siempre andaremos por ahí.
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