Una mujer antillana
que pasó la noche con un antílope,
había tomado un antiácido
creyendo que era anticonceptivo:
quedó esperando un hijo anticlerical,
declaradamente antisemita,
y al nacer le llamaron El Anticristo,
pues era un perfecto antisocial,
un ser terriblemente antipático
que llevaba puesto un antiquísimo
modelo de curiosas antiparras
parecidas a un repulsivo antifaz
que fue usado en la antigüedad,
con el fin de cubrir sus cuernos invisibles.
que pasó la noche con un antílope,
había tomado un antiácido
creyendo que era anticonceptivo:
quedó esperando un hijo anticlerical,
declaradamente antisemita,
y al nacer le llamaron El Anticristo,
pues era un perfecto antisocial,
un ser terriblemente antipático
que llevaba puesto un antiquísimo
modelo de curiosas antiparras
parecidas a un repulsivo antifaz
que fue usado en la antigüedad,
con el fin de cubrir sus cuernos invisibles.
y era adicto a todo tipo de antigripales,
que mezclaba con antioxidantes
y algunos extraños antibióticos,
pues suponía, de manera antinatural,
que no generaba anticuerpos
y sentía que había miles de antihigiénicos
microbios asquerosos y intidiluvianos
que lo obligaban a coleccionar antisépticos
y toda clase de radiactivos antipiréticos,
formulados con mineral de antimonio,
al que consideraba un antídoto
que actuaba de manera anticipada
para combatir venenos imaginarios.
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