7 de enero de 2018

DCCCLV.- Aravelippi



Los hijos ya han crecido
y volando se despiden.
Yo los miro y les pido,
impaciente: ¡No me olviden!

¡Que vuelva su niña voz,
que se rían de la gente
y se duerman los dos
en mi hoguera eternamente!

Mas la tregua del tiempo
no existe en realidad:
arrojé una flecha al viento
que ya nunca volverá..


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