
Túnel del tren desde el Puerto a la casa.
Voy por mis hijos. Se quiere nublar.
Es el domingo más bello, aunque pasa
algo de nubes por Viña del Mar.
Los niños consiguen hacer que abandone
la vida su peso y la moderación
que uno acostumbra a tener cuando come
de pronto se olvida: la risa llegó.
Pienso yo en esto, mirando a la gente
que vive pendiente de la realidad.
Pero algo me dice que aleje mi mente
de la coherencia y me deje llevar.
Toco la puerta. Se asoma Pedrito.
Me grita: “Papito, ya se despejó”.
Me empapo en el aire del día bendito
que trae a la Nena hasta mi corazón.
Voy por mis hijos. Se quiere nublar.
Es el domingo más bello, aunque pasa
algo de nubes por Viña del Mar.
Los niños consiguen hacer que abandone
la vida su peso y la moderación
que uno acostumbra a tener cuando come
de pronto se olvida: la risa llegó.
Pienso yo en esto, mirando a la gente
que vive pendiente de la realidad.
Pero algo me dice que aleje mi mente
de la coherencia y me deje llevar.
Toco la puerta. Se asoma Pedrito.
Me grita: “Papito, ya se despejó”.
Me empapo en el aire del día bendito
que trae a la Nena hasta mi corazón.
2 comentarios:
es dulce,más creo yo ke te deberías dejar llevar.
Muy lindo! Mi empresa se llama como tu poesía. Saludos!
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