
Veinticuatro comprimidos recubiertos,
elegantemente bien vestidos,
me mantienen por el día bien despierto,
digno, alerta, grácil, lúcido, aguerrido.
Mi psiquiatra los encuentra insuperables:
“En un mes te sentirás como Sansón”.
Y mi suegra anda diciendo que es un fraude,
que Pedrito es un chiflado sin amor ni remisión.
Pero ¿Qué le voy a hacer? No puedo darle
ni a ese dulce floripondio ni a la flora perdición,
ni a la tierna y fiel macoña, ni a los Halley:
que el copete me asujete para el próximo bajón.
¿Y de cuándo ni por qué me es necesario tanto huir?
Tengo casa, niños, pega, amigo, lámpara y un blog
y me aferro a la existencia sin querer sobrevivir,
pero cuesta poco, mierda, que me pierda y digo no.
Que el mechero, delincuente, flayte, punga, drogadicto,
se preocupe cuando venga decidido a liquidar
esa vida libertaria, sin complejos ni conflictos,
porque si yo no la tengo, nadie la tendrá jamás.
2 comentarios:
Pedro Alavena Irrigada.
vicios como el cigarro son difíciles de abandonar
Linda entrega como siempre
Publicar un comentario