26 de mayo de 2009

DLVIII.- Volvoreta


Pepe Díaz me decía que a los 30
si despertamos y no duele ni una fibra
no es la suerte que desata y que nos libra.
Es la muerte que nos halla en la cubierta.

Que con esto de llevar la vida a cuestas,
no me siento plenamente tan seguro
de amalgamar el escenario del futuro
sin sospechar que llegaré hasta los 80.

Bien poco y nada me seduce lo que pueda
ser de mí cuando me vaya a la otra playa:
que por vivir o para amar y dar batalla,
ya no me alcanza con los años que me quedan.

Yo seguí queriendo ser lo mismo de antes:
el pendenciero pergolero en su balandra
de blanca pálida, calesa que se agranda
y una noche fui al galeón de los errantes..

1 comentario:

Leni dijo...

Todo pasa.
Hasta la vida.
No hay que mirar lo que queda.
Entonces no disfrutas del presente.

Me gusta la rima y el ritmo.

Un abrazo

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