17 de noviembre de 2008

CDXL.- Lutero Dáctilo


Ángela Mandinga que impone sus leyes
justo en el momento de la consagración,
aparta del arado más liviano a los bueyes,
y mete su cola: no deja más opción.

Habíame jurado el ostracismo más severo,
de esfuerzo y sacrificio por no desfallecer,
tenía mis palmas de espaldas al madero
y tal como el engaño, me ha sido un placer.

Dulce ambrosía que en el cáliz más amargo
fue vértigo y caricia donde había dolor,
fecunda levantó mi vanidad de su letargo,
que enciende krakatoas en la flor de la pasión.

¿Es ella que me mira cual medusa persistente
un sueño perdido que he vuelto a encontrar,
el beso arrepentido, aquella vida diferente
o mi ardiente panacea de instantánea eternidad?

1 comentario:

Xerayka dijo...

Una intensa sensación se comparte bajo la piel de estas letras, me impresiona la soledad y la tristeza lejana que ellas parecen encerrar y a la vez la vida latiendo con fuerza.

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