El tren que pasa ahora y se detiene
lleva 31 personas en el mismo vagón.
Yo subo cansado y me siento,
conmigo suman justo 32.
Obreros, jubilados, diecinueve adolescentes,
empleados de oficina y diez sansanos,
se duermen apoyando displicentes,
el codo en la ventana y la cabeza en una mano.
Observo en casi todos de soslayo
los ojos que me cuentan hacia dónde van,
qué traen en el bolso y cuánto rato
les falta todavía por llegar.
Si anoto lo que pasa en mi cuaderno,
un niño no me deja de mirar.
Lo malo de este viaje es que va lento.
Lo bueno es que se puede ver el mar.
La voz de un hombre ronco cada cierto tiempo,
nos pide con amable e inopinada discreción
que seamos más amables, que cedamos el asiento
aunque nadie realmente le ha prestado atención.
La gente va quedando paulatinamente atrás
conforme todo avanza y dejan el ferrocarril,
Mi viaje parecía interminable
y casi sin aviso ha llegado a su fin.
1 comentario:
Prefiero un "metro pizza". Ñam ñam :P
Publicar un comentario