22 de noviembre de 2008

CDXLV.- Crimpunidad



Acaso sea mi dolor tan sólo pura insensatez:
quizá no deba justo ahora preocuparme yo tanto,
simular o claudicar y hacer de toda esta podrida
pestilencia, una terrible fantasía sucia y cruel.

Voy a cumplir estrictamente aquel sagrado mandato
que me obliga urgentemente a defender al peatón,
al pequeñuelo que clamando justicia
deposita en mí su grito de tambor retribución.

Pues todo cae ante su viento poderoso,
y los altares imponentes de la Santa Libertad
se desmoronan,
desaparecen ante el dios de la Justicia.


Tan sólo basta que la humilde abuela apunte
con el tirano denunciante de su dedo pavor,
para que toda la conquista libertaria del siglo
muera en honor al cielo virgen de la rosa Dignidad.

Pero ahora debo desistir: decir yo nunca,
amigo nunca realmente te creí...
Mira, lamento haber nutrido de esperanzas
tu sueño noble y celebérrimo de a pie.

Debes saber que la justicia es ciega,
pero se niega al que no quiere ver
y al que pretende levantar su furia canto
precisamente contra el puño del poder.

Yo soy el terco cuasimodo descontento,
el apetito del segmento más común,
pero me niego, me resisto y me defiendo:
porque he nacido enamorado de la Ley.

Soy el que sabe que ante causas justas,
aunque nos manden no se debe obedecer,
pues la verdad tarde o temprano se pronuncia,
y sus palabras son las armas del más digno coronel.

No hay comentarios.:

Nos gusta Cuculí Pop