
Dedico toda vida a tu fragancia pertinaz,
profundo hedor urgente que se impregna a mi potencia,
pimienta negra aliño de una intensa actividad:
para que todos te contemplen y te huelan.
Seré sin duda alguna el niño piélago mayor:
podré buscar detrás del cielo lámpara y hallar
amarillo, agasajándonos al cúmulo de soles
que de tiempo interminable son olor y voluntad.
Y sólo a ti, desmesurada y nudamente,
sólo por serme únicamente a ti,
o por sentirme nada más, habré
de convertir yo cada poro y cada fuerza en majestad:
provecho,
para que todo lo derrotes al fin,
para yacer y construir continuamente,
para marcharnos de improviso a flotar aguas,
y así nacer y renacer completos,
por dar al mundo una sencilla explicación,
un pan solemne y una gruta diferente
que nos separe eternamente, sin hablar
de nuestra culpa, del deseo y del dolor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario