
Pepita inasible, cigoto
del áspero surco ritual
que el tiempo atesora en porotos
de lóbrego alfolí coral.
Yo pico tu sorda penumbra
desnudo, que soy el narval:
retina y farola que alumbra
mi jalón de apetito voraz.
Reposa, mi sábana dueña
y quédate siempre, tú aquí.
Sé cópula máxima, sueña:
fecunda y marea de mí.
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