11 de julio de 2006

XLXIX.- Puro cuento


Seré buena persona en el futuro.
Por lo menos una vez o dos al mes,
asistiré a celebraciones y jolgorios,
pero no me dejaré llevar jamás de nuevo
por mis cándidas pasiones vacilantes,
ni tendré otra vez propósitos viciosos
o caprichos reprobables, por mi bien.

Así caminaré triunfante
por senderos de encomiables luces puras,
y haciendo de mi vida la palabra
que he empeñado con honor y pulcritud,
recibiré de mis amables superiores
la ansiada y merecida flor de condecoración.

Algún día llegará por fin mi ascenso
y, admirado por colegas, siendo viejo, me iré.
Jubilado gozaré de las delicias prometidas
siendo niño revoltoso, y sin achaques veré
el breve espacio cano de mis dignos años,
jugando con los nietos en el patio de su vida,
prodigado tiernamente con amor de mi mujer.

Seré buena persona hasta el final.
Pronunciarán un gran discurso en mi velorio.
Vuestra Fiel Conciencia habrá de ser mi juez.
Me llevarán todos en andas por el ancho mar,
desde un cofre de cenizas que dorado y radiante,
arrojarán, por santo súbito y glorioso,
triunfante y recordado y olvidado sin pudor.

Habré cumplido todo lo que solo me propuse
aunque nadie lo mencione ni lo diga jamás,
pero yo recordaré mis tiernos años dichosos,
entre ángeles y miel y prodigiosa majestad,
salvo ciertamente que sin Dios, desaparezca;
y nada más que muerte y sólo nada y nada más.

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