Caminar bajo el sol inclemente,
con maletas y mochilas,
hasta dar con quien alquila
en San Felipe, casualmente.
Por una noche enamorada
que se yergue,
la almohada, la suave frazada,
y un albergue,
Rendidos por Valparaíso,
en Cumming, subiendo y sudando.
Un Cuculí reserva el piso
y la Pantera todo el día pintando.
En mi casa o en la casa de la Yeye,
y en San Vicente los zapatos rotos,
nadie vio la mar dormida desde el muelle,
sólo la vieron Dios, y una foto.
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