MXLVII.- Mis amantes
Compañeras peregrinas
de mi noche en soledad.
Ángelas furtivas
con el hambre irrefutable.
Mis leonas preguntonas
no hacen ruido al caminar,
ni agradecen, ni me piden
que algún día les hable.
Nunca me obedecen,
ni me piden perdón,
hasta que amanece
y me despiertan jugando.
Haciendo cicatrices
de fulgor en el colchón,
seducen y murmuran
con ternura Pedro Armando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario