Hay una parte del cuerpo
a la que nunca puedes dejar
de hacer dulcemente
trabajar de vez en cuando.
Vigilamos castillos de arena,
nos quedamos dormidos
y, de tanto despertar, como muertos
de tanto amar al mar.
No puedo dejar de desear
locamente, y sin amar no podría,
Pero amar sin desear sería
totalmente fuera de lugar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario