14 de julio de 2018
CMXVII.- Arrepentí Dorian Gray
Harto acostumbrado a simular la rabia,
y el enojo de la frustración,
lo que se guarda en vasijas de vino,
en amables recipientes de ficción.
Y en el óleo se ha podrido su cara,
cubierto de un telón sonriente,
paciente y obsecuente que ha caído,
persistentemente falso y felón.
A la gente le daba la mano,
al exigente le daba la razón,
al perezoso le hacía la pega
y al mezquino le cuidaba el corazón.
Incluso el sol tiene tormentas de fuego
y hasta los muertos nos esperan llegar:
hasta el hielo nos quema con el tiempo
y tarde o temprano nos arrastra el mar.
Yo resisto, callado, compungido,
me hago el tonto y tolero, patrón,
pero llega la piraña de la furia
y reviento, grito y digo la verdad.
El hermoso minino juvenil de siempre,
dibuja en su cuaderno del olvido
un horno de hiel que lo hace eterno,
pero nada es para siempre y se acabó.
Enfurecido por amor a la Justicia,
me sangran calientes las manos,
me lloran imploran los ojos insanos
y luego me arrepiento y les pido perdón.
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