
Se juró la vida entera por un día,
y la amó durante tanto tiempo,
como un lirio festejaba su belleza,
cual antónimo de todas las palabras,
ni iracundo o repelente, ni procaz,
defendiendo su presencia en este mundo,
cariñoso y generoso con la gente,
diminuto y cabizbajo al caminar.
Reconozco que me entrego demasiado,
que no dejo alternativa a aquel intenso adiós,
y mi mágica ternura no concibe otra distancia
que conmigo, yo contigo, y sólo tú.
Pero -qué le voy a hacer- me falta
un espacio desplegado en mi remota niñez,
la completa redención que lleva al alma
a la esfera de su plácida preñez.
Por eso juro yo la vida pertinaz,
por eso amé la delicada tibieza,
y desde niño me he rendido inexorablemente
a la poética tensión de lo deforme,
al espectáculo perfecto de la luz,
y ya no puedo resignarme a tu silencio,
porque comprendo que mi voz te atrapa,
pero no queda más remedio que escapar.
y la amó durante tanto tiempo,
como un lirio festejaba su belleza,
cual antónimo de todas las palabras,
ni iracundo o repelente, ni procaz,
defendiendo su presencia en este mundo,
cariñoso y generoso con la gente,
diminuto y cabizbajo al caminar.
Reconozco que me entrego demasiado,
que no dejo alternativa a aquel intenso adiós,
y mi mágica ternura no concibe otra distancia
que conmigo, yo contigo, y sólo tú.
Pero -qué le voy a hacer- me falta
un espacio desplegado en mi remota niñez,
la completa redención que lleva al alma
a la esfera de su plácida preñez.
Por eso juro yo la vida pertinaz,
por eso amé la delicada tibieza,
y desde niño me he rendido inexorablemente
a la poética tensión de lo deforme,
al espectáculo perfecto de la luz,
y ya no puedo resignarme a tu silencio,
porque comprendo que mi voz te atrapa,
pero no queda más remedio que escapar.
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