
Usa el abanico
de manera que las manos
atan las miradas
con eléctrico desdén.
Cúrvase el espacio
alrededor de cada plano:
yo la sigo prístino,
soñante y fiel.
Nadie podrá nunca
aquilatar el brillo quanto,
ese que le cubre
con acrílico mantel.
Dase en ala presta
casi vértigo y zumbando:
sígola ferviente
porque quiero ser su piel.
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